El rendimiento es una consecuencia de un estado emocional. Desarrollar eficazmente un jugador su participación durante un partido es garantía de inteligencia y atención máximas, claridad de la tarea, sentimiento de competencia en el desarrollo de la misma (auto confianza), activación nerviosa idónea, disfrute y máxima eficacia.El futbolista lo denomina como estado de confianza. Son sensaciones que conoce pero que no maneja, aparecen y desaparecen según las circunstancias que vive individualmente o en equipo.
Tenemos que tener claro que al rendimiento se accede desde emociones positivas y que el mismo estado se aleja desde emociones negativas. Las emociones negativas provocan inhibición. Hacen prisionero al talento al impedir que se exprese en toda su amplitud.
El estado ideal de ejecución es una manera de estar o trabajar sobre el terreno de juego y el entrenador se convierte en un gestor de emociones individuales y colectivas, cuyo reto es construir un clima de rendimiento en el vestuario de su equipo.
El entrenador realiza un trabajo sobre el rendimiento individual y colectivo llegando a tener la llave del rendimiento de sus jugadores.
Al igual que el entrenador organiza el comportamiento táctico del equipo, puede y debe ir moldeando su comportamiento emocional, es decir su manera de competir. Dirigir a un equipo supone desarrollar un proyecto futbolistico y emocional..
